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Crecimiento y desarrollo no implican lo mismo, el crecimiento es el aumento de la masa corporal (peso y talla) y el desarrollo es la adquisición de habilidades y destrezas (el sentarse, caminar, hablar, etc.), así como la maduración de funciones orgánicas (digestivas, neurológicas, hormonales, etc.), cada sistema de nuestro organismo sigue un patrón de crecimiento y desarrollo diferente.  El  factor que proporciona al organismo las bases para este crecimiento y desarrollo es la alimentación.  El bebé, el niño, y el adolescente se encuentran, a diferencia del adulto, en crecimiento y desarrollo, por ello su alimentación debe tener ciertas particularidades, en cantidad, calidad y composición, según la etapa que estén viviendo.

Existe en todas las mamás la preocupación (natural y que se mantiene toda la vida) por la alimentación de sus hijos, no es raro que al llegar de visita a casa de la madre, al hijo (que es un adulto maduro, casado y que a su vez tiene hijos) la mamá le pregunte “ya comiste m’hijo” y le insista para que “coma algo”,  ya que algunas mamás siempre piensan que los hijos no han comido lo suficiente o que nunca tienen hambre.

Esta preocupación natural es muy notoria durante el primer año de vida, la mamá (sobre todo si es primeriza) no atina a saber si su bebé recién nacido está tomando la cantidad adecuada de leche de su pecho, y frecuentemente abusa de las leches en polvo para “complementar” lo que ella considera “leche pobre” de su pecho.  Aquí debemos considerar varios factores; los bebés son pequeños pero no son tontos y aprenden a manejar las situaciones en su beneficio; el mayor placer para un bebé recién nacido es el estar comiendo (para algunos adultos también); existen dos reflejos en los bebés, llamados primitivos (los reflejos, no los bebés) que los hace aparentar que siempre tienen hambre.  El reflejo de búsqueda se presenta al acercar el pezón o chupón a las mejillas o a las comisuras de la boca, entonces el bebé girará su cabeza “buscando” el objeto; el reflejo de succión se presenta al alcanzar o poner el pezón o chupón en la boca, entonces el bebé “succionará” el objeto.  Aún cuando haya tomado la cantidad de leche adecuada para su peso y edad, el bebé puede continuar presentando estos reflejos y entonces la mamá interpretarlo como que tiene hambre aun, dándole más leche y sobrealimentándolo, lo cual se reflejara en el incremento de peso.

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